jueves, 27 de enero de 2011

SEXO EN MADRID x11: Que te den...


Madrid, Mar de Cristal, 12 de Enero 1010


A veces albergamos rabia en nuestro interior. No sabemos cómo se ha colado o cómo se alimenta. O lo que es peor, a veces no sabemos cómo hacerla salir.

Xacobe - ¿Podrías poner el lavavajillas?
Oscar - Lo hago después. Estoy acabando de ver un capítulo.
Xacobe - ¿Y no puedes ver el capítulo después?
Oscar - ¿¿Y no puedo poner el lavavajillas después??
Xacobe - Haz lo que te de la gana, pero llevas dos semanas sin limpiar, y si quieres vivir encerrado en tu cuarto viendo películas es tu problema, pero al menos podrías limpiar tu mierda.

A veces las razones son complicadas, otras... evidentes. Sin embargo cuando la rabia nos inunda preferimos cerrar los ojos y fumar y beber... o tener sexo... o gritar.

Lucía - ¿Puedes acabar?
Xacobe - ¡Me estoy duchando!
Lucía - ¡Llevas media hora en la ducha y algunos tenemos que ir a trabajar!
Xacobe - Mira si tanta prisa tienes haberte levantado antes

A veces nos enfadamos con el mundo, otras... con nosotros. Auto-destructivos, irascibles, dañinos... a veces duele tanto que no sabes cómo aliviar la presión.

Juan - ¿Te costaría mucho limpiar tus pelos del baño?
Lucía - Los limpio pero soy una mujer, tengo el pelo largo, y aunque los limpie siempre cae alguno
Juan - Y yo soy un tío y cuando meo siempre puedo salpicar. Pero cojo papel y lo limpio
Lucía - Venga hombre, no me jodas.

A veces el dicho "quiéreme más cuando menos lo merezca, por que será cuando más lo necesite"... tiene razón de ser.

Oscar - Juan ¿Puedes dejar de traer mierda a casa?
Juan - ¿Qué?
Oscar - La sala llena de folletos. Si te hace ilusión coleccionarlos mételos en la habitación.
Juan - ¿Te molestan?
Oscar - Sí, me molestan. Y tu ropa aún está en en la lavadora. Y también me toca los cojones.


Robert, el brasileiro de Jacobo, seguía diciendo que se estaban conociendo. Jacobo conocía ese cuento. Sin embargo dejaba que cada noche se lo contara. Y la princesa nunca comía perdices.

Juan se había enterado por un tercero de que Javi le había puesto los cuernos. No podía quejarse de algo que él había hecho. No podía ni admitirlo, porque admitir que algo te duele, duele, y el dolor nos hace débiles. Y ser débil, duele aún más.

El italiano quedó con Lucía para tomar un café. Le admitió que quería dejar el sexo esporádico porque estaba conociendo a otra persona. Y el hombre con pánico al compromiso... se comprometió. Y la mujer loca por comprometerse... se quedó sola.

Nacho y yo seguíamos hablando. Aplazando el final para el día siguiente... soñando con un mañana que nunca podría tener lugar. Pero a veces preferimos soñar a vivir nuestra propia realidad. Y te pones un nuevo capítulo de la serie de la otra vida en la que te escondes cuando la tuya está mal.

Jacobo limpiaba compulsivamente, Lucía se refugiaba en el trabajo, Juan lloraba a solas y yo veía series.

Porque en la vida real las personas no somos siempre tan fuertes, no todos los días acaban con un final feliz ni la vida nos hace siempre sonreír.

3 comentarios: