martes, 8 de enero de 2008

Layoside Extinction III

























(La historia continua...)


_ Cuando pretendes empezar de nuevo has de saber una cosa:
Los principios... no siempre son fáciles _



Hacer de una habitación tu cuarto, de un piso una casa o de una ilusión la realidad... afrontar la primera noche lejos de casa, entre cajas y con la vida en maletas... caminar a solas por la ciudad, nueva, por estrenar, llena de gente y a la vez, vacía. Hacer que el calor llegue a través del teléfono. La primera gripe, la primera lágrima, el primer café con un desconocido, el primer examen, la primera vez que vas al cine o a comer, la primera cita, el primer beso, el primer amigo...

Toda una vida por estrenar en un camino que has de recorrer tú solo.

Por otra parte los viejos amigos acarrean la inseguridad por desconocer qué papel ocuparán en tu nueva vida. Ya lo sabes: no estarás presente muchos de sus momentos, de ahí en adelante no podrás estar al lado de ellos cada vez que quieras, las noticias se recojerán en llamadas y después en boletines que resumen los sucesos, necesitarán cubrir tu vacío; sus vidas también siguen.

La pregunta es: ¿Abrirán su corazón a otra gente o ocuparán tu lugar? ¿Sabrás capear la distancia y seguir llegando tan adentro? ¿Seguirá el abrazo permaneciendo tan fuerte?

Hay cuerdas que no se pueden romper jamás. Muchas otras, no aguantarán.

En el 2003 y el 2004 abrí las palmas de mis manos e intenté contener todo lo que tenía y lo que acababa de llegar.

A veces no fue sufuciente, otrás,
inevitable.


domingo, 6 de enero de 2008

Layoside Extinction II


Una amiga me dijo una vez que la facultad nos brinda la última buena oportunidad de progresar haciendo amigos. "Cuando llegas al mundo laboral te mezclas en un entorno donde la competencia entre unos y otros es lícita. común y eficiente". Y así ocurre con todo: cada etapa tiene unas condiciones con las que no contabas, unas reglas de juego que lo cambian todo:

La Universidad se planteaba como un pasaporte de primera clase a una vida mejor. Una ciudad por la que perderme, vacía de recuerdos y llena de desconocidos que perderían tal condición. Era Septiembre del 2003... y así comenzó una nueva etapa, que rompía con todo lo anterior. Ese año conocería a mis dos mejores amigos en la ciudad, justo después de que el inocente deseo del sexo con ellos se difuminara de forma tan fortuita como fue conocerlos. Fue el año del descubrimiento de cómo vivir solo y acompañado, cómo ser mayor de edad, qué hacer con la libertad y qué hacer con nosotros mismos.

Cada dos fines de semana rompía con esa vida para volver a la anterior, donde nació Layoside: al lado de Lucía, Ángela y Olalla. Y así, poco a poco, conviví en dos vidas paralelas que corrían al mismo tiempo. Una tenía mi pasado. Otra, mi presente. El futuro no fue tan simple.

La distancia, tan irrisoria como ínfima fue prolongando sus efectos a cada esquina de mi vida. A eso se refiere la gente a tomar caminos distintos, y hay veces, por más que lo intentes, por más que lo llores, por más que te duela... ya no hay nada que puedas hacer.

Con esa lección yo no contaba.

martes, 1 de enero de 2008

Layoside extinction


Todo lo bueno... se acaba. Bajo ese título hacía entrega mi serie preferida de sus dos últimos capítulos. Sus personajes se anclaban en algún lugar de la imaginación de Kevin Williamson denominado Capeside. Paralelamente, mi frustración por equiparar mi vida al cine, definió mis cuatro últimos años como Layoside.

Layoside dio comienzo cuando dejé atrás mi pueblo más natal para trasladarme a la universidad. Por aquel entonces yo tenía 18 años recién cumplidos. Como buen personaje de una serie de teenagers era el fruto de una familia desestructurada que buscaba un nuevo comienzo donde olvidar algunos capítulos del pasado.

La transición fue más dura de lo que esperaba pero, como a todos, en algún momento recayó sobre mi la sorpresa de lo rápido que cura el tiempo las heridas de la piel. Los días lograron cambiar algunas banalidades por confidencias entre algunos compañeros vueltos amigos que durante un tiempo indefinido me acompañarían en mi viaje hacia la madurez.