martes, 25 de enero de 2011

SEXO EN MADRID x10: Feliz Navidad





Hay fechas que uno desea con locura y otras que tememos más que a nada. Lo único que tienen en común, es que unas u otras siempre llegan y no podemos hacer nada para pararlo.

Puedes trasladarte, puedes mirar siempre hacia delante, puedes intentar mantener la mente siempre ocupada... pero 4 asientos en un avión rumbo A Coruña eran la prueba fehaciente de que el pasado siempre te alcanza y que, tarde o temprano... la vida te obliga a mirar atrás.

Las risas de Juan, Lucía y Xacobe hacían eco en mi cabeza. Estaba volviendo. Acariciaba la ventanilla mientras mi estómago poco a poco se iba apretando, el pecho se me encogía y respirar se volvía más y más difícil.

Se llamaba Nacho. Habíamos salido juntos durante un año. Habíamos compartido cama, techo y un pedazo de nuestra vida. Él no podía estudiar su carrera en otro lugar y yo no podía dedicarme a mi carrera en su ciudad. Ahora volvía a la ciudad que un día había sido nuestra... suya y mía, de los dos, la ciudad del para siempre y del nunca te dejaré. Y yo le dejé.

Por otro lado estaba mi familia. Gozaba de unos padres que tardan menos de un minuto en eclosionar en un millar de gritos y discusiones. Padres que gustan de extrañarse en la distancia y de verse en pequeñas y distanciadas dosis. O al menos así solía ser. Luego creces y te das cuenta de que la familia quizá sea más importante de lo que en un principio estimabas, de que no pueden protegerte de todo pero sí pueden ser un colchón seguro donde caer. Por el contrario hay familias que no te aceptan tal y como eres, que te dan la espalda cuando los necesitas o que en vez de darte la seguridad necesaria para abrirte al mundo te regalan con los apellidos la sensación de caminar en una continua cuerda floja. Y ahí es donde los amigos lo somos todo.

Juan pasaría los días en Carballo, Lucía en Monforte y Xacobe en Orense. Yo dividiría mis días entre Bertamiráns, Vilagarcía de Arousa y Coruña. Sin embargo, antes de cortar la cinta roja, teníamos una noche. Una noche para pasar con la familia que elegimos, una noche con los amigos...

Diana y Cristian eran dos viejos y grandes amigos. Por desgracia entre ellos no se pueden ni ver. Gracias a dios el trabajo de Cristian como camarero nos permitía cenar con Diana y hacer el cambio por Cristian cuando, a las 2 de la mañana, él acaba de trabajar. Y de ahí a la discoteca. Y en suma de alcohol acumulativo de la cena de y de las copas mi temor tomó forma y pasó frente a mi.

Ahí estaba Nacho.


... TO BE CONTINUED.

2 comentarios:

  1. si......esa "gran noche....."
    ves como ser camarero tiene su parte positiva¡¡jajja

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  2. Jajajajajaja, si, fue una noche memorable eh? xDD
    Qtal está mi camarero-encargado preferido? Espero q no te importe que cuente algunas cosas de sexo en la segunda parte...

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