lunes, 26 de abril de 2010

2. DESORGANIZACIÓN




Eres una constante en un mundo en constante tráfico. El peatón en medio de una autopista. La sombra quieta en Gran Vía. El hombre sin maleta que espera en un andén sin saber qué tren coger. Los pies quietos a medio camino de las vías de un tren.

¿Qué paso darás?
¿Te regalarás a la noche y a sus perversiones? ¿Te mantendrás en la osuridad de la cama? ¿Escaparás para empezar de cero? ¿Serás el hombre que se cede el alcohol, al sexo y al falso olvido tras el humo de la marihuana fumada? ¿Serás el eco de lo que eras, cual mímesis de un hombre que no se reconoce?

¿Qué paso darás?
¿Le regalarás tus besos al primero que te abrace? ¿Desterrarás la fe en el amor? ¿Buscarás a alguien o escaparás de todos? ¿Buscarás rendención o culpables?

¿Qué paso darás?


A veces uno no sabe lo que quiere, lo piensa o lo que siente. La mente manda mensajes tan rápidos y cruzados que el entendimiento se pierde, la razón de debilita y la incomprensión lo inunda todo. Es un debate con ecos cerebrales que no atiende a razones o argumentos. Ni el sentimiento se nomencla... amor, odio, ira, incomprensión, empatía, culpa, resentimiento, desdén... El aire se carga y las posibles direcciones se multiplican. El movimiento deja estelas a tu alrededor.

Entonces haz un esfuerzo. Ignora el viento frío de la calle, la calima, la lluvia o la nieve. No importa el momento, el lugar ni las circunstancias. Sólo recuerda... Cierra los ojos y trata de volver al Oscar que eras, ponerte su ropa y su piel, dirigir tu primer paso a un lugar tranquilo, sentarte en un banco, sacar el móvil y hacerlo.

Hazlo. Y hazlo sin miedo por que puede ocurrirle a cualquiera... es fácil perderse y dejar de entender de repente el idioma en el que habla tu mundo. Es fácil querer sumergirse en el agua y probar a no querer salir. Tan fácil cómo perder el tiquet que marca tu asiento. Tan fácil cómo olvidar quien eres, qué haces ahí y por qué.

Tú sólo hazlo, busca su nombre y aprieta el botón. El nombre de la persona que siempre supo quien eras y cuyo amor y cariño no ha extinguido el tiempo, la evolución innata ni las distancias. Busca a esa persona que no necesita ni un motivo ni un porqué para abrazarte. No necesita un contrato de sangre para ligarse a ti. Aprieta el botón y no te preocupes por nada más que por hacer las maletas...

Por que cuando uno no puede resolver el problema... es tan simple cómo hacerlo entre dos.

lunes, 19 de abril de 2010

1. NEGACIÓN

Es imposible que aquello que nos hace feliz un día desaparezca. Sin más. Sin siquiera tener la certeza de si será un adiós o un hasta luego. No puede ser que algo material como los besos, los abrazos o las miradas un día se volatilicen, se vuelvan humo, vapor de agua, niebla.... y después de eso... nada. Solo vacío. Sólo oscuridad.

Dicen que es cuestión de tiempo. De seguir tu vida. De no parar de andar. Paso tras paso el dolor se queda atrás.

Es mentira.

Da igual donde vallas, da igual con quien estés, da igual lo que hagas. Él siempre volverá a ti.


Sales a la calle y una pareja te recuerda cómo le besabas, caminas por estrechas calles y un gato te traerá la nostalgia de ciertas promesas. Pero eso no es lo más duro. Estará en ti, siempre, para siempre y por siempre. Por que él te enseñó cómo comparar los precios en el supermercado, por que conoces su comida favorita, las marcas que le comprabas, la sonrisa de pequeño glotón, los platos que os preparasteis, los desayunos, las cenas, los tentempiés siempre compartidos, siempre puestos en un plato con amor, más por el hambre ajeno que por el propio. Siempre buscando hacerlo un poco más feliz.

Entonces.... ves el queso azul, el queso fresco, el queso brie y el de oveja, los crepes, el chocolate, las fresas, la nata y las galletas que le gustan. Ves los patés, el vino rosado... y tu cabeza va más allá....

Y recuerdas las veces que salisteis juntos. El último baile de tu último fin de año. Cómo el alcohol lo colgaba de tus brazos y te miraba prometiéndose por siempre. Vas a la noche en que os conocisteis, el primer beso, el segundo, esa noche, segundo a segundo. Y cuando te regaló una margarita prometiéndote que un día os casaríais para que dejases de llorar.

Y recuerdas la intimidad. La luz oscura rodeando vuestros cuerpos, siempre magnéticos. Siempre con prisas por estar desnudos, por sentirse uno dentro del otro. Por fundirse con manos, piernas, lenguas, y almas. Por provocarle infinitas sensaciones, miles de exhalaciones, sudor, miradas, te quieros susurrados cuando el placer llega a su máxima exponencia. Esos momentos donde lo tan tuyo pasa a ser san suyo siguiendo la inercia innata que poseemos por instinto cuando queremos darle algo nuestro a quien queremos. Cuando no hay nadie, ni nada. Cuando sólo sois dos... y dos es perfecto.

Y encuentras la pasta. Y recuerdas tu última cena con él. Lo divertido que era verlo comer tanto en su menudo cuerpo. El placer que se manifestaba en sus comisuras labiales que se estiraban sonriendo a la par que manchadas. Y extrañas comer de su plato, que pruebe tus cosas, utilizar un solo tenedor.... una sola cuchara...

Para los desayunos, los colacaos y los cafés, con o sin nada, su gusto por conocer las noticias del día, aunque ese día lo hubiese prometido a su sofá y a mi compañía. Y veíamos películas...

Y recuerdas su humanidad la vez que derramó lágrimas viendo el diario de Noah. Y te abrazaba, como queriendo que los problemas nunca se pudiesen colar en nuestros pechos. Debí haber apretado más.

Al final del pasillo encontrarás las uvas de oferta y te preguntarás con quién pasarás el próximo fin de año. ¿Cuántos fines de año notarás su ausencia? ¿Dónde estará? ¿Con quién? ¿Pensará en ti?... Y mientras la siguiente persona que diga quererte te devuelva al presente requiriendo tú sonrisa... ¿Cuántas veces me sentiré culpable por besar unos labios que no sean los de él? ¿Iré al baño e inauguraré un año nuevo mirando un móvil que no sonará? Te mantendrás como el eco de la mentira callada que sigue las reglas que fijaste hace años para sobrevivir.

Reza por no escuchar nada en el supermercado. Por que vallas a donde valles la música parece inundarlo todo. Cuando no suenan dentro de ti tristes notas de piano las canciones ajenas las volverás cómplices de lo que sientes. Y si esa música fue compartida... entonces sentirás cómo se te raja el alma a la par que sigues andando, sonriendo y hablando con tus amigos. Cómo un perfecto actor al que nunca le darán su premio. Pero la música durará 3 minutos.... y a aguantas y aguantas hasta que tuerces la mirada y excusas que te vas.

Por que no puedes vivir en un mundo que era vuestro.

Así que sales de ahí o de donde estés y apuras tus pasos hacia casa. Y sientes dolor, sientes ira, sientes tristeza, melancolía y ganas de gritar. Y ahí van... las lágrimas que desde que la bala alcanzó tu corazón no lograste expulsar.

Lágrimas que por primera vez son cómo veneno. Lágrimas que escuecen y que ruegas que salgan de ti, que te lloren y que te dejen ir. Que resbalen por tus mejillas y que duelan tanto como toda la paz que traerán detrás....

Pero no lloras. No salen. No lo entiendes. No lloras, sólo sientes tal dolor en el pecho y en el alma que crees que sólo puede parar de una manera.

Asíque que llegas a casa, apagas todo e intentas que el tiempo pase. Que el tiempo pase y que dejes de volver a verle cada vez que te sueño para perderte una y ota vez.

Y en los días y en las noches que vives entre las sábanas intentas olvidarlo todo. Dejas tus trabajos, activas el buzón y dejas de coger el teléfono, de importarte la hora, el hambre o la sed. Fumas por que relaja, por que es malo y lo debes hacer. Ves películas callado, quieto y tapado intentando irte más allá de tu vida para colarte en una agena, pero casi siempre me muestran un camino directo para tu recuerdo.

Por que no es posible vivir sin la persona que creíste que siempre serías feliz.

domingo, 18 de abril de 2010

LAS 7 ETAPAS DEL DUELO



En su libro "En la muerte estoy mueriendo", la doctora Elisabeth Kübler-Ross describió las llamadas "5 etapas del duelo".

"Las etapas del duelo" es el término por el que miles de científicos, psicólogos, litaeratos y dolientes reconocen el proceso de una persona en los momentos de pérdida, tragedia y aflicción.

El tiempo de cada una de esas fases es impredecible. No hay reglas, sólo fases. Más tarde se descubriría que en el camino para aceptar la pérdida hay 7 fases mejor definidas que sus predecesoras 5 etapas de caracter más generalista.

1. Negación.

2. Desorganización.

3. Enojo.

4. Culpa.

5. Soledad.

6. Alivio.

7. Restablecimiento.

Son las 7 etapas para aceptar una pérdida sin vuelta atrás. Puedes quedarte en la primera, puedes perderte en la que quieras, pero si quieres vivir en la vida en vez de perderte en la pérdida mira de cerca el proceso, acepta el dolor de cada una de ellas y recuerda que si te mientes a ti mismo en una de ellas... la pérdida simpre seguirá en vida.

viernes, 16 de abril de 2010

DEL AMOR A LA MUERTE


El mayor miedo de todo el mundo es la muerte. El mayor objetivo de la humanidad... la felicidad.

El miedo siempre nos alcanza dándonos una vida de ventaja, una vida que algunos consagran a llegar a su máximo objetivo.

El ejemplo por autonomasia de la tragedia romántica fue escrita en 1597 por Shakespeare, a la cual tituló Romeo y Julieta.

Era la historia de un hombre que encontró la felicidad en el amor, y al reinado del eros lo derrocó el tánatos; por que cuando la persona que amaba se regaló su último latido el amor le llevó a la muerte. Y así, por primera vez, ambos mundos coincidieron, amor y muerte.

Han pasado 413 años desde entonces y el amor y la muerte no han dejado de unirse.

Hay un momento. En el segundo en que el que te dicen que alguien muy importante de tu vida ha muerto todo para, el mundo se queda quedo, quieto e inmóvil. En ese instante las palabras llegan al cerebro, del cerebro a la mente y de la mente al recuerdo. Saber que no volverás a oir su risa, a disfrutar de su compañía, de vuestras costumbres, sólo vuestras, saber que pierdes uno de los mayores afectos que dan sentido a tu vida... todo el futuro se nubla en ese instante, como el presente lo hace por las lágrimas que con suerte asomarán el reflejo del dolor que siente el alma. Te quedan millones de recuerdos... y una vida que estará enlazada por siempre a una cotidianidad que te devolverá a él, una y otra vez. Sintiendo lo que amaste y se fue.

Para ese instante en que el amor se eclipsa con la muerte el cuerpo nunca está preparado. Puedes derramar un mar de lágrimas, puedes congelarte y no sentir nada hasta que la vida te diga que aquello es real. Por que la negación es el primer paso, la reacción innata, la omisión de la realidad a pro de perdurar unos segundos más en un pasado.

Es como romper con alguien a quien amas y no volverlo a ver. Yo viví la muerte y viví una ruptura. De ambas fui consciente en un momento, en un segundo, en una milésima, en un instante, en una exhalación. En ambas el amor que sientes no desaparece, perdura en el recuerdo, en el presente y en el futuro; congelado por que al no haber continuidad no hay paso al odio, sólo al sufrimiento.

Te queda un sólo camino. La aceptación y el dolor. ¿Cómo aceptarlo? ¿Cómo vivir con el dolor? Hay quien habla de sostener los buenos recuerdos en la memoria y sonreir.

domingo, 4 de abril de 2010

ESPERA, PARA O SIGUE.



Y volvemos a no estar.

Desenredamos nuestros dedos, rompemos el abrazo, te beso temiendo que sea el último, te miro, te sonrío y recojo mi maleta, una vez más... Y tu te quedas... y yo regreso a mi lugar.

Pero... ¿Se puede encontrar a nuestra edad? ¿Y si tú eras para mí un yo para ti por la eternidad?

Pienso en que va hacer dos años que cruzamos nuestros pasos... y aún separados mi corazón sigue encendiéndose sólo cuando tú estás. ¿Y si nunca se apaga? ¿Y si no lo logra encender nadie más?

A veces la lógica resolutiva me dice que el amor es la respuesta a una necesidad universal emocional pero... ¿Cuántas parejas ven en quien tienen al lado a la persona con la que deben estar? ¿Todos ven a un marido, a una casa, a un coche, a hijos, a un trabajo y a una vida por estrenar?

Nos atrapan los años. Tus 20. Mis 23. Los estudios. Los trabajos. La distancia. Y entre tantos escombros me cuesta avanzar por que ya ni encuentro los días para conseguir una oportunidad. Y en medio de nuestro mundo en ruinas a mi se me antoja seguir caminando, seguir volviendo a ti y a no dejarte marchar. ¿Y es juesto para ti? ¿ Y es justo para mí?

Entonces me pregunto si quiero ser el hombre que dejó escapar el amor persiguiendo un sueño. Y la pregunta es grande. Tan grande que su sombra me hace oscuridad.

Le pido a un joven desconocido que me ahogue en su cuerpo y que no me bese de verdad, deseo que diga tan rápido su nombre que a su término no lo haya ni escuchado. Su cercanía y su calidez me escuecen: no quiero besos el cuello, quiero ni caricias en la espalda, quero fuerza, tensión y violencia entre dos cuerpos. Por que del amor al sexo mantengo siempre una gran distancia. Una distancia justo de 600 km, justo la que nos separa.

Y yo sigo mi vida a la par que la tuya, ambas en un perfecto paralelo. Como si el sól amase a la luna y sólo ansiase poderse eclipsar. No tengo respuestas a tantas preguntas y no sé si algún día la vida me las podrá contestar.

Pero yo te quiero, y en mi pecho llevo un anillo de plata del que no me quiero separar.