lunes, 26 de enero de 2009

VOLVIENDO ATRÁS






Siempre temí esas notas. Como si al hacerlo una vorágine de sentimientos se desatasen de la costa donde debieran bararse de por vida y me asolasen de tal forma que nunca me lograse recuperar.

A cada nota se agolpan los recuerdos, momentos a tempo lento que mi corazón escogió importantes, y mi cabeza, imposibles de olvidar. Algunos reales, otros creados por necesidad.

El espigon de rocas saliente de la playa donde nací, caminando de noche hasta mar adentro, con las notas que siempre me llevan a ti. Recuerdo sentarme mirando las estrellas, implorarte un abrazo, una noche en tu regazo o las palabras que cubriesen los vacíos que me condenaste a no poder llenar.

Y ahora, que los años han corrido y que no albergo grandes culpas; por que me veo buscándote cada vez que miro las pupilas de un niño, sé que no lo conseguí, que no aprendí a curarme las heridas, que aún libro batallas contra fantasmas, te escribo cartas al viento y que no encuentro el camino que me deja vivir sin volver la vista atrás.

Y cada vez que suenas me giro y me compruebo a mi mismo que aun vivo alerta de que algún día aparezcas por detrás para darme todo el calor sin el cual no parece que logro avanzar.

miércoles, 14 de enero de 2009

ROMEO + JULIETA





TRAILER:


"- Puedo decirles lo que da tanto miedo del amor: Que no te pertenece... le perteneces a él"

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Julieta: Buenas noches Romeo. Buenas noches...La despedida es tan dulce pena que diré buenas noches hasta que amanezca
Romeo: Buenas noches Julieta
Julieta: Buenas noches, buenas noches. Mil veces buenas noches amor mío
Romeo: Mil veces malas por faltar tu luz
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"- Enséñame a olvidarme de pensar."

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Romeo: Si profano con mi indigna mano este sagrado santuario pecado de amor sera, mis labios peregrinos ruborizados quisieran hacer penitencia con un dulce beso.
Julieta:Buen peregrino no riñas tanto a tu mano que demuestra un gran fervor a esto, pues hasta las manos de los santos tocan a las de los peregrinos, y el tocar palma con palma es el beso del palmero.
Romeo: Y no tienen labios los santos y los piadosos palmeros?
Julieta: Si peregrino labios para usar en la oracion
Romeo:Entonces querida santos deja que los labios hagan como las manos no conviertas fe en desesperacion.
Julieta:Los santos no se mueven cuando acceden a las suplicas.
Romeo: Entones quieta mientras recogo el efecto de mi oracion"

"Si no recuerdas la más ligera locura en que el amor te hizo caer, no has amado"

“Tan generosa soy como lo es la mar y mi amor como ella es tan profundo; cuanto más le doy, aún tengo más”.

Fila: 11 Butaca:20 Sala:6


No sé cuando sucedió por primera vez. El recuerdo más lejano se posa en una butaca con palomitas en el regazo, una gran sala que se torna oscura dejándome a solas con un mundo aparte; solo yo y La Sirenita buceando en el televisor más grande que jamás había imaginado.

Años más tarde, a partir de los 12 años, sostengo en la memoria que encuadraba los días de la semana en función de lo que faltaba para el sábado por la tarde. Cualquier altercado o día nublado se veía eclipsado por la simple espera de aquella cita semanal y la misma mañana, por lluviosa que fuera, algo en mi interior producía adrenalina y sucedáneo de felicidad. Ocurría siempre tras pasar dos o más horas en Scouts, comía en casa o una hamburguesa con los amigos y corríamos decididos a Area Central.

Al cruzar sus puertas el mundo cambiaba; siempre hacía calor y buen tiempo, luz y movimiento; era la prescripción perfecta para la resaca de cualquier problema; receta que no logré recuperar.

Al acercarnos al establecimiento circular dejaba que el olor a palomitas dulces y saladas recorriera mis pulmones, como si se tratase del más puro oxígeno que un alpinista pudiese aspirar. Aún varios años más tarde regresé sin quererlo y sólo el olor de aquella zona agolpó mil flashes de aquellas fotos en blanco y negro.

Las cristaleras informativas ponían los contenidos de las 7 salas y era la tarea más ardua y bella que cómo adolescente tenía que afrontar. Recorría con la vista una y otra vez cada fotografía, cada palabra, buscando la forma de desnudar la sinopsis para encontrarme nítido lo que me podía encontrar. Había dos reglas: las películas de terror tenían prioridad y si se trataba de Scream había que degustarla más de una vez.

Era algo mágico.

Después de coger las entradas siempre estábamos holgados de tiempo: algo perfecto para recrear expectativas acerca de lo que nos deparaba la sala 6 esta vez. Siguiendo con el ritual Bea y yo nos colábamos por Alcampo para comprar siempre Chocolate Milka y Lays a la Vinagreta, susceptibles de extras, que no de cambios. Por aquel entonces ya las tradiciones me parecían importantes.

Bajábamos a la planta inferior con nuestra merienda entre manos y en las colas de entrada de los cines buscábamos los estrenos del próximo mes, del próximo verano. Los Ángeles de Charlie 2 fue una angustiosa espera.

Una vez dentro los sentimientos latían tan altos que impedían cerrar las comisuras de los labios, secar el brillo de los ojos y mantenernos quietos y callados. Ese era mi refugio, en esas salas todo quedaba fuera, nada tenía entrada. Allí vivían mis sueños, el futuro que para mi esperaba, y cuando las luces volvían y la realidad apretaba caminaba por las calles de vuelta a casa imaginandome en pantalla, escenas de mi vida o segundas partes que jamás serían rodadas.

11 Años más tarde acaricio la lona que siempre miraba y la sensación es tan grande que para eso no tengo palabras.

domingo, 11 de enero de 2009

ANATOMÍA DE CORUÑA


Ya antes de llegar estaba comido por los nervios. Supongo que se me mezclaron en el estómago las ganas de volver a casa con el miedo a encontrar todo cambiado de sitio. Esas cosas ocurren. Supongo que de ahí viene la frase "El lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver". Indistintamente el hecho es que iba a volver a casa, después de tres meses, al mundo que tanto había extrañado en la distancia. Había pasado mucho tiempo esperando este momento; había hecho planes, imaginado momentos... pero alguien me dijo una vez que las expectativas nunca son buenas, "La realidad siempre resuelve ser mucho más desconcertante"...

Mientras surcaba los cielos de Madrid yo no era capaz de pensar en otra cosa que en el reencuentro. Por fin viviríamos juntos de nuevo, por fin las banalidades de un café, una película, pipas, palomitas, duchas, paseos... Son cosas pequeñas, pero el ansia de revivirlas me mantuvo y me martilizó en lo que duró toda nuestra ausencia.

Es gracioso, siempre me había imaginado que las despedidas y los reencuentros en un aeropuerto serían mucho más intensas... es lo típico, nosé. Y por fin ahí estaba él, sorprendiéndome por la espalda. Su expresión era de desconcierto, cómo un niño que no sabe qué hacer frente a un rey mago. Un abrazo y un beso vergonzoso lo dijo todo, quizá por el público que asomaba tras de él: Un amigo de Ferrol, su mejor amiga y el novio de esta asistían a cada uno de nuestros movimientos.

No separamos nuestras manos, lo cierto es que necesita fervientemente entrar en una burbuja con él. Escaparme del mundo y concederme unos minutos a solas para calmar la deshidratación que la distancia me había creado. Pero las horas se resolvieron por obligaciones y no fue hasta más allá de altas horas de la madrugada cuando, embriagados de alcohol y sueño, nos quedamos juntos, tumbados, desnudos, sólo él y yo.

Los días transcurrieron con visitas a golpes de teléfono. Esperaba los momentos de confidencias mojadas en café para cada uno de ellos, encontrar la excursión del verano entre la nieve, las risas sobre patines, la magia de la noche de año nuevo...

Me había pasado tres meses excuchando las genialidades de cada uno de ellos en su tiempo libre, la cantidad de fiestas y anécdotas que habían transcurrido mientras yo dormía en mi cuarto bajo dos mantas... Sin embargo no quedaba rastro de ello; en su lugar había reproches cruzados entre algunos, lazos rotos, lazos deteriorados, lazos nuevos, independencias y malas noticias del azar. El verano que tan fresco se mantenía en mi memoria había desaparecido para siempre bajo una enmarejada de obligaciones.

Ciertamente el tiempo había pasado y descubrí tristemente que cada uno de ellos, aún con la sonrisa puesta, vivía una realidad mucho más grande de la que estaban dispuestos a asumir por teléfono. Seguían quedando cada sábado por las noches en la misma discoteca de siempre y curiosamente, en esa noche, todos reflejaban ese vacío. Uno emanaba melancolía por su relación a distancia en ilegibles mensajes; Otro buscaba con la vista al chico que aún le hacía sufrir; Otra esperaba con cautela los grados suficientes para rogar sexo a los de siempre sin nunca llegar a cubrir el vacío que la inundaba por la semana; Otro se desvivía en gracias y banalidades de risa fácil temiendo convertirse en sólo una careta colgada de la pared... Y así, en general, todos cubrían con más o menos maquillaje cada herida, y en el peor de los casos el rimel era corrido por las lágrimas que no llegaron a contener.

Así también terminó este 2009, cómo jóvenes que aún no sabemos vivir solos, como una familia en fin de año donde sólo sientes amistad por el de al lado, donde apuras la copa para sentirte mejor hasta evadir del todo la realidad. Al fin y al cabo los miedos e inseguridades laten siempre dentro de cada uno y solo, una vez sobre la almohada, todos posamos en el vacío la mirada y nos prometemos que algo debe cambiar.

Me fuí celoso de sus vidas y volví preocupado por lo que viven más allá. Las cosas han cambiado desde entonces, detro de unos meses más que cambiarán, pero pase lo que pase me prometí a mi mismo admitirme lo que sienta de verdad.