domingo, 26 de octubre de 2008

MI PRIMER PASO COMO ADULTO...




El tren cerraba sus puertas y se movía en marcha atrás.

Restaban los últimos metros del anden cuando todo el mundo acomodaba sus pertenencias y provocaba quehaceres desde el asiento. Yo observaba como se fugan lentas las luces que atraviesan el reflejo desde de la ventana. No pude evitar sentir nostalgia. Intenté recordar el día que llegué a Coruña hace ahora cinco años, cómo me sentía o qué esperaba del futuro, pero no conseguí nada más que ver el futuro en esa imagen en movimiento: coruña cada vez más pequeña, yo cada vez más lejos y un tren que no pensaba dejarme parar. Tuve la misma sensación que en una montaña rusa; cuando bajan las bandas de seguridad y todo el miedo se concentra en querer bajar de ahí y ser feliz viendo la felicidad de otros desde abajo. Había crecido, había decidido por optar la felicidad del mañana al precio de la transitoria soledad.

Pensé en Kris, en Jhon y en Lucía. En esas tres caras que siempre han tenido tiempo y ganas para mirarme solo a las pupilas y la inquietud de mi bienestar. Me sentí más tranquilo, más a salvo, cómo cuando tengo oportundad de fundirme en sus abrazos, entre brazos firmes y seguros que prometen ser reales de aquí a algún tiempo.

Coruña ya no se veía, pero yo estaba paseando por sus calles. En el Andén donde conocí a Kris, el Delicias donde Lu me pidió vivir con ella o en el bar enfrente al Corte Inglés donde conocí a Jhon. Sin quererlo me encontré a Pablo tomando la esquina del Forum, le miré a los ojos y le abrazé. Llegué al Parque Europa y me vi con Nacho, analizé con tiento la sinceridad de nuestros besos y la complicidad de las miradas; pensé cuanto dolor podría estar dispuesto a soportar un amor de verano; si no hubiésemos necesitado más tiempo, si de saber cómo es el futuro nos abríamos arriesgado a un segundo beso y si las plantas no necesitan crecer más antes de afrontar el duro frío del invierno tras invierno.

Mientras toda luz era fugaz en el exterior y dentro se me iban apagando las luces vi mi vida en la distancia. Quizá coruña era mi casa, donde hoy vive la mayor parte de mi familia a excepción de algún tío del Levante. Quizá nadie pertenece a un lugar más definido que el lugar por donde va pasando el tren por que la vida sigue, las caras cambian y la gente... también se va.

Lo sentí de veras, de muchas formas, cerré los ojos y intenté dormir.

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