martes, 3 de mayo de 2011

Sexo en Madrid _ 2x03 _ Tienes un email


Dicen que cuando quieres a alguien... lo dices, de lo contrario, la oportunidad pasa.
Dicen que el amor tiene la capacidad de cambiarlo todo.
Dicen... y a veces... es cierto.




4 MESES ANTES...

El XXI nos ha regalado muchas cosas. Más allá de las redes sociales, los libros electrónicos o el wifi en los transportes públicos; la nueva era a afianzado una filosofía que años atrás se tildaba de utópica; y es que hoy por hoy, con un ordenador e internet, lo puedes conseguir practicamente todo: viajar a donde no has soñado, efectuar trámites financieros, realizar videoconferencias, trabajar desde casa, disfrutar de mil formas de ocio, realizar cibersexo, cambiar de identidad, hacer amigos o incluso encontrar el amor.

Quizá por ello en nuestro piso se cambia más de compañía de internet que de ropa; y es que sin internet, no somos nada: Juan tenía un catálogo infinito de juegos y películas con los que cubrir todas sus horas no laborables, Lucía accedía diariamente a por los menos 10 portales de búsqueda de empleo, Oscar se pasaba los días buscando material online para usar en el estudio donde becaba y Jacobo lo usaba llana y simplemente para todo: fanático religioso de la teconología Apple, en las pocas horas del día que no estaba frente a su Mac tiraba de la transferencia de datos que tenía contratada vía iPhone para satisfacer todas sus necesidades. El brasileiro se perdía así entre pestañas y ventanas de navegación y sin quererlo ni saberlo, abría puertas a lo último que buscaba.

Tras dos años de relaciones diplomáticas con Chueca y con el mundo de la noche Jacobo atravesaba una jornada de piernas cerradas sustituyendo su vida social por la ciberrealidad. Nadie sabe cómo ocurrió con exactitud, aunque puedo aseguraros que ocurrió mientras su Spotify reproducía una lista de canciones de manera ininterrumpida y el messenger lo bombardeaba a mensajes cuando un viejo contacto volvió a la vida.

Aquel chico, ese tal Luís que vivía en Canarias y del que no había vuelto a saber nada en más de dos semanas, parecía una buena opción frente a un día falto de quehaceres. Así que a golpe de teclado Jacobo y el chateante en cuestión comenzaron a hablar de nuevo. Mientras al principio la conversación con Luís se mantenía en un plano secundario, con el paso de las frases fue ganando prioridad hasta que sin ser conscientes, ambos se ensamblaron en una ciberconversación de más de seis horas donde los temas e inquietudes fluían como las letras en un ordenador. Y aquello no fue más que el principio.

Como una costumbre que se elabora con descuido, callado y sin hacerlo público, esperaba con ansias el momento de encontrarse cada tarde con ese chico de fuera de la península. Tras la luz verde que se muestra cuando alguien se conecta ambos comenzaban a teclear con prisa, ansiosos de leer respuestas, de hacer gracias, de obtener sonrisas, guiños, compañía, ilusiones... quien sabe.

En un siglo donde quizá la gente se sienta más sola que nunca internet resulta que encuentra aquí su punto de mayor utilidad; la posibilidad de poner en contacto a gente que el destino caprichosamente no hubiese cruzado, la oportunidad de comunicarnos con el mundo y de dejar entrar al mundo en nuestra casa.

Nadie sabe como empezó todo, pero dos desconocidos se cruzaron en la red y al paso de las tardes comenzaron a dejar de serlo. Cada tarde desnudos, el uno frente al otro, cosieron a golpe de palabras el entramado necesario para abrir un nuevo capítulo en la vida de cada uno de ellos, y en consecuencia, de Sexo en Madrid.



1 comentario:

  1. internet facilita las cosas pero como te descuides se vuelve impersonal ;)

    soy fan fan fan ;)

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