lunes, 2 de mayo de 2011

Sexo en Madrid _ 2x02_ Delante de un gato hay un ratón


600.000 personas sufren en Madrid de estrés o ansiedad.


5 DÍAS DESPUÉS. VENTANAL DEL SALÓN.

Jacobo - ¿Cómo lo lleva?

Lucía - Bueno... aunque ya come algo y ayer logramos que perdiese un poco el miedo a estar en la calle aún le asustan muchas cosas. No sé, es como si de repente todo lo viese como una amenaza: cosas tontas como los supermercados, los sitios cerrados, la noche o el metro. No sé Jaco... es subrealista.

Jacobo - Aún no me puedo creer que de un día para otro a alguien le pueda ocurrir algo así.

Lucía - Pues ya ves...

Jaco - ¿Ya se sabe a qué se debe?

Lucía - Hasta la semana que viene no tiene cita con el psiquiatra

Jaco - ¿Y va a estar una semana así?

Lucía - Eso parece... Oye te dejo que ha salido de la ducha, mañana hablamos ¿Ok?



UNA SEMANA DESPUÉS. DESPACHO DEL PSIQUIATRA.


Psiquiatra - Dime Oscar, ¿Qué sientes?

Oscar - ... miedo. Siento miedo

Psiquiatra - ¿Podrías intentar explicarme lo que sientes con más palabras?

Oscar mira la alfombra. Tiene la mandíbula contraída y todos sus músculos luchan inutilmente por contener las lágrimas. Se toma su tiempo, luchando por amainar todas sus emociones y decir lo que siente de una manera ordenada.

Oscar - Me cuesta concentrarme así que...

Psiquiatra - Tranquilo, después de un episodio así es totalmente normal. La concentración y la memoria tienden a fallar.

Oscar - Tengo 24 años. En estos 24 años he sobrevivido a cosas a las que uno nunca debiera tener que sobreponerse. La vida es así, hay personas que tienen que enterrar a sus padres, hay personas de las que abusan sexualmente, hay personas que tienen miedo de llegar a casa y que les den una paliza. Hay cosas que uno no debiera tener que vivir, pero esas cosas pasan, pasan y te sobrepones, lo haces, afrontas los problemas porque quieres un mañana... Yo afronté cada uno de mis problemas y salí de ellos. Salí de ellos porque toda mi vida he querido un futuro lejos del pasado. Y me esforcé, lo hice, luché, luché mucho...

El doctor pone en medio de la mesa un paquete de clinex. No parece ser inusual que la gente llore entre esas cuatro paredes.

Psiquiatra - Tranquilo, aquí puedes decir lo que quieras, llora si lo necesitas, suelta lo que lleves dentro, ¿De acuerdo?

Oscar - Luché para olvidar mil cosas y ahora estoy aquí... ahora estoy aquí, ¿Lo entiende? Ahora mismo estoy hablando con un psiquiatra y es..., .... estoy hablando con un loquero porque de repente, de un día para otro, todo me da miedo, es como si... como si me hubiese vuelto totalmente loco.

Psiquiatra - ¿Porqué dices eso?

Oscar - ¿Porqué? Hace una semana he vivido el peor momento de toda mi vida. ¿Sabe lo que es eso? ... ¿Sabe lo que es perder el control hasta tal punto que no puedes ni pensar, ni respirar, ni andar, ni hablar? ¡Desde hace una semana me da miedo despertarme, me da miedo dormirme, el sonido del tráfico, las noticias, el bus, el metro, hablar, quedarme callado, pensar, sentir, ¡¡Todo!! ¡¡Todo me da miedo, mi corazón se desboca ante la cosa más mínima del mundo!! Y cuando no estoy al borde de un ataque cardíaco estoy tan drogado por esas pastillas que no puedo ni razonar.

El psiquiatra escribe sin parar en su cuaderno, inmune a toda emoción, ajeno a la realidad de la persona que tiene enfrente. Cuando el boli se frena su vista recorre brevemente todo lo escrito y se prepara para hablar.

Psiquiatra - Oscar no estás loco. Hace una semana tuviste un ataque de pánico que te ha dejado la secuela de una ansiedad generalizada. Lo que te ocurre es lo mismo que le ocurre a un ratón frente a un gato

Oscar - ¿Perdón?

Psiquiatra - Cuando pones a un ratón frente a un gato el ratón empieza a poner nervioso y reacciona por un sólo impulso: escapar. Por ello respira muchas veces en poco tiempo; para llevar oxígeno a todo el cuerpo, sus pupilas de dilatan, su cuerpo se pone rígido, preparándose para huir, la sangre va a las articulaciones, por eso hormiguean pies y manos, y el cuerpo centra sus esfuerzos en ello, por eso la memoria o la concentración fallan. Tu cuerpo y tu mente están sintiendo que tienes un gato detrás. En lo que tenemos que trabajar es en matar a ese gato.



2 DÍAS DESPUÉS. AEROPUERTO DE MADRID

Lucía - ¿Recuerdas nuestro verano en Valencia?

Oscar - Si

Lucía - ¿Recuerdas las tardes tomando el sol con caipiriñas y mirando los chicos en bañador? ¿Recuerdas lo feliz que éramos? ¿Lo recuerdas? Pues te prometo, TE PROMETO, que volveremos a Valencia, iremos a nuestra playa, nos sentaremos a ver los chicos en bañador, pediremos dos caipiriñas y volverás a sentirte feliz.

Oscar - ¿Me lo prometes?

Lucía - Te lo prometo.

Los brazos abrazaban el cuerpo, los ojos cerrados, los te quieros a susurros, las manos apretándose con fuerza a la piel, las voces quebradas, los ojos llorosos. Cuando ambos sienten que están preparados para separarse aflojan, poco a poco, y se miran, se ríen, se sonríen, se quieren, se lo dicen.

Lucía - Hablamos, todos los días ¿De acuerdo? Todos los días.

Juan - Chicos, poneros ahí para una foto



Y así fue. Lucía volvió a Castellón y Oscar se quedó en Madrid con Juan y Jacobo. Durante los siguientes tres meses hablarían todos los días, y tiempo más tarde ambos estarían en una playa en Valencia, viendo a los chicos en bañador, sin caipiriñas... pero felices.


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