domingo, 11 de enero de 2009

ANATOMÍA DE CORUÑA


Ya antes de llegar estaba comido por los nervios. Supongo que se me mezclaron en el estómago las ganas de volver a casa con el miedo a encontrar todo cambiado de sitio. Esas cosas ocurren. Supongo que de ahí viene la frase "El lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver". Indistintamente el hecho es que iba a volver a casa, después de tres meses, al mundo que tanto había extrañado en la distancia. Había pasado mucho tiempo esperando este momento; había hecho planes, imaginado momentos... pero alguien me dijo una vez que las expectativas nunca son buenas, "La realidad siempre resuelve ser mucho más desconcertante"...

Mientras surcaba los cielos de Madrid yo no era capaz de pensar en otra cosa que en el reencuentro. Por fin viviríamos juntos de nuevo, por fin las banalidades de un café, una película, pipas, palomitas, duchas, paseos... Son cosas pequeñas, pero el ansia de revivirlas me mantuvo y me martilizó en lo que duró toda nuestra ausencia.

Es gracioso, siempre me había imaginado que las despedidas y los reencuentros en un aeropuerto serían mucho más intensas... es lo típico, nosé. Y por fin ahí estaba él, sorprendiéndome por la espalda. Su expresión era de desconcierto, cómo un niño que no sabe qué hacer frente a un rey mago. Un abrazo y un beso vergonzoso lo dijo todo, quizá por el público que asomaba tras de él: Un amigo de Ferrol, su mejor amiga y el novio de esta asistían a cada uno de nuestros movimientos.

No separamos nuestras manos, lo cierto es que necesita fervientemente entrar en una burbuja con él. Escaparme del mundo y concederme unos minutos a solas para calmar la deshidratación que la distancia me había creado. Pero las horas se resolvieron por obligaciones y no fue hasta más allá de altas horas de la madrugada cuando, embriagados de alcohol y sueño, nos quedamos juntos, tumbados, desnudos, sólo él y yo.

Los días transcurrieron con visitas a golpes de teléfono. Esperaba los momentos de confidencias mojadas en café para cada uno de ellos, encontrar la excursión del verano entre la nieve, las risas sobre patines, la magia de la noche de año nuevo...

Me había pasado tres meses excuchando las genialidades de cada uno de ellos en su tiempo libre, la cantidad de fiestas y anécdotas que habían transcurrido mientras yo dormía en mi cuarto bajo dos mantas... Sin embargo no quedaba rastro de ello; en su lugar había reproches cruzados entre algunos, lazos rotos, lazos deteriorados, lazos nuevos, independencias y malas noticias del azar. El verano que tan fresco se mantenía en mi memoria había desaparecido para siempre bajo una enmarejada de obligaciones.

Ciertamente el tiempo había pasado y descubrí tristemente que cada uno de ellos, aún con la sonrisa puesta, vivía una realidad mucho más grande de la que estaban dispuestos a asumir por teléfono. Seguían quedando cada sábado por las noches en la misma discoteca de siempre y curiosamente, en esa noche, todos reflejaban ese vacío. Uno emanaba melancolía por su relación a distancia en ilegibles mensajes; Otro buscaba con la vista al chico que aún le hacía sufrir; Otra esperaba con cautela los grados suficientes para rogar sexo a los de siempre sin nunca llegar a cubrir el vacío que la inundaba por la semana; Otro se desvivía en gracias y banalidades de risa fácil temiendo convertirse en sólo una careta colgada de la pared... Y así, en general, todos cubrían con más o menos maquillaje cada herida, y en el peor de los casos el rimel era corrido por las lágrimas que no llegaron a contener.

Así también terminó este 2009, cómo jóvenes que aún no sabemos vivir solos, como una familia en fin de año donde sólo sientes amistad por el de al lado, donde apuras la copa para sentirte mejor hasta evadir del todo la realidad. Al fin y al cabo los miedos e inseguridades laten siempre dentro de cada uno y solo, una vez sobre la almohada, todos posamos en el vacío la mirada y nos prometemos que algo debe cambiar.

Me fuí celoso de sus vidas y volví preocupado por lo que viven más allá. Las cosas han cambiado desde entonces, detro de unos meses más que cambiarán, pero pase lo que pase me prometí a mi mismo admitirme lo que sienta de verdad.

1 comentario:

  1. tómatelo como si hubiera sido una mala racha generalizada. estas cosas pasan en otoño, pero sabes que el siguiente verano vendrá, y será tan maravillosos o mejor que el anterior, y si no, habrán muchos veranos para disfrutar.
    besos!!!

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