miércoles, 14 de julio de 2010

FALL IN LOVE


Las personas de habla inglesa llaman a enamorarse "fall in love" (caer en el amor). El término enamorarse no existe como definición, ellos utilizan la definición como término. Caer en el amor.

Caes por que de repente ese sentimiento lo envuelve todo. Se te nubla desde la vista al juicio. Enturbias los defectos, engrandeces los afectos. Todo lo demás se queda fuera del alcance de la vista. Sólo amor, sólo esa persona, atemporalmente, para siempre.

Caes por que es cómo un vicio, como una droga, una dependencia. Cuando está cerca tu piel se eriza, el pulso se acelera, las glándulas sudoríparas se excitan, la actividad cerebral cambia y el sistema nervioso se desboca. Tiene síndrome de abstinencia y pesa la ausencia, la distancia y el silencio. Siempre quieres más. Aún juntos, cuerpo contra cuerpo, piel contra piel, el instinto te llama a entrar dentro de esa persona o a querer que entre dentro de ti. Cómo un impulso de fusión, de hacer dos en uno.

Cuando caes en el amor la vida cambia de color, de orden, de prioridades. Es una afección de martirio lento y placentero, innata del instinto, vacía de racionalidad, genéticamente imposible de eliminar, sin cura, sin control. Y cuanto menos control y más visceralidad más poderoso se vuelve, capaz de hacerte sonreír, sonrojar, excitar, desear, ser feliz.

En la vida echamos mano de la conciencia para absolutamente todo. Todo supone un debate mental, hasta la más mínima acción es la consecuencia de una acción cerebral en cadena. Sin embargo el cuerpo elige a quien amar indiferente a nuestro control: no puedes decidir tus gustos ni tu adicción. Y el amor es eso, un objeto que gusta de forma aditiva. El olor que desprendemos al desear, el que recibimos al oler el cuerpo ajeno, el sudor, los gestos... un mecanismo físico automático imparable.

Yo caí en el amor varias veces en mi vida. Algunas veces tal como me caí me levanté con el paso del tiempo. Otras veces resumí que caí en una adicción errónea, contraproducente a mis principios. Pero si no se dan ninguno de esos dos preceptos, incluso más allá de la muerte creo que mi cuerpo, por sí solo extrañaría su presencia más allá de su ausencia. Lo buscaría en los sueños de la noche, en las miradas a la deriva. Incluso sin saberlo. Incluso sin sentirlo.

Quizá por eso tanta gente siente que ha perdido una parte de sí misma. Quizá por cada amor imposible se nos escapa un trozo de esa capacidad y potencialidad de caer en el amor. Hasta que al fin resuelves un sentimiento como un logaritmo matemático. Sin pasión, sin adicción, sin locura, sin gravedad, sin volcanes de sentimientos, pérdidas de control, sofocos corporales, enredos mentales. Y así... pragmáticos por la vida adelante firmas relaciones como quien adquiere un bien, como quien compra amor por que le conviene.

Y el amor es efímero. Por gracia o por desgracia es como un perfume que con los años se evapora. Se puede cuidar con más o menos esmero su preciado contenido pero su magia, indiferente a los intentos intelectuales, como físicamente un día vino, un día se irá. Entonces, y sólo entonces, quizá una pareja pueda crear su propio aroma, cual mímesis de lo vivido, experimentados en el arte de amarse y dejar de ser dos puntos en distintas direcciones para ser sólo uno en el universo en el mismo universo.

1 comentario:

  1. Woaw...Sin palabras para esta entrada...
    Así que esto según tú es enamorarse... concuerdo contigo, LA PERSONA SE VUELVE UN TODO...todo

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