lunes, 19 de abril de 2010

1. NEGACIÓN

Es imposible que aquello que nos hace feliz un día desaparezca. Sin más. Sin siquiera tener la certeza de si será un adiós o un hasta luego. No puede ser que algo material como los besos, los abrazos o las miradas un día se volatilicen, se vuelvan humo, vapor de agua, niebla.... y después de eso... nada. Solo vacío. Sólo oscuridad.

Dicen que es cuestión de tiempo. De seguir tu vida. De no parar de andar. Paso tras paso el dolor se queda atrás.

Es mentira.

Da igual donde vallas, da igual con quien estés, da igual lo que hagas. Él siempre volverá a ti.


Sales a la calle y una pareja te recuerda cómo le besabas, caminas por estrechas calles y un gato te traerá la nostalgia de ciertas promesas. Pero eso no es lo más duro. Estará en ti, siempre, para siempre y por siempre. Por que él te enseñó cómo comparar los precios en el supermercado, por que conoces su comida favorita, las marcas que le comprabas, la sonrisa de pequeño glotón, los platos que os preparasteis, los desayunos, las cenas, los tentempiés siempre compartidos, siempre puestos en un plato con amor, más por el hambre ajeno que por el propio. Siempre buscando hacerlo un poco más feliz.

Entonces.... ves el queso azul, el queso fresco, el queso brie y el de oveja, los crepes, el chocolate, las fresas, la nata y las galletas que le gustan. Ves los patés, el vino rosado... y tu cabeza va más allá....

Y recuerdas las veces que salisteis juntos. El último baile de tu último fin de año. Cómo el alcohol lo colgaba de tus brazos y te miraba prometiéndose por siempre. Vas a la noche en que os conocisteis, el primer beso, el segundo, esa noche, segundo a segundo. Y cuando te regaló una margarita prometiéndote que un día os casaríais para que dejases de llorar.

Y recuerdas la intimidad. La luz oscura rodeando vuestros cuerpos, siempre magnéticos. Siempre con prisas por estar desnudos, por sentirse uno dentro del otro. Por fundirse con manos, piernas, lenguas, y almas. Por provocarle infinitas sensaciones, miles de exhalaciones, sudor, miradas, te quieros susurrados cuando el placer llega a su máxima exponencia. Esos momentos donde lo tan tuyo pasa a ser san suyo siguiendo la inercia innata que poseemos por instinto cuando queremos darle algo nuestro a quien queremos. Cuando no hay nadie, ni nada. Cuando sólo sois dos... y dos es perfecto.

Y encuentras la pasta. Y recuerdas tu última cena con él. Lo divertido que era verlo comer tanto en su menudo cuerpo. El placer que se manifestaba en sus comisuras labiales que se estiraban sonriendo a la par que manchadas. Y extrañas comer de su plato, que pruebe tus cosas, utilizar un solo tenedor.... una sola cuchara...

Para los desayunos, los colacaos y los cafés, con o sin nada, su gusto por conocer las noticias del día, aunque ese día lo hubiese prometido a su sofá y a mi compañía. Y veíamos películas...

Y recuerdas su humanidad la vez que derramó lágrimas viendo el diario de Noah. Y te abrazaba, como queriendo que los problemas nunca se pudiesen colar en nuestros pechos. Debí haber apretado más.

Al final del pasillo encontrarás las uvas de oferta y te preguntarás con quién pasarás el próximo fin de año. ¿Cuántos fines de año notarás su ausencia? ¿Dónde estará? ¿Con quién? ¿Pensará en ti?... Y mientras la siguiente persona que diga quererte te devuelva al presente requiriendo tú sonrisa... ¿Cuántas veces me sentiré culpable por besar unos labios que no sean los de él? ¿Iré al baño e inauguraré un año nuevo mirando un móvil que no sonará? Te mantendrás como el eco de la mentira callada que sigue las reglas que fijaste hace años para sobrevivir.

Reza por no escuchar nada en el supermercado. Por que vallas a donde valles la música parece inundarlo todo. Cuando no suenan dentro de ti tristes notas de piano las canciones ajenas las volverás cómplices de lo que sientes. Y si esa música fue compartida... entonces sentirás cómo se te raja el alma a la par que sigues andando, sonriendo y hablando con tus amigos. Cómo un perfecto actor al que nunca le darán su premio. Pero la música durará 3 minutos.... y a aguantas y aguantas hasta que tuerces la mirada y excusas que te vas.

Por que no puedes vivir en un mundo que era vuestro.

Así que sales de ahí o de donde estés y apuras tus pasos hacia casa. Y sientes dolor, sientes ira, sientes tristeza, melancolía y ganas de gritar. Y ahí van... las lágrimas que desde que la bala alcanzó tu corazón no lograste expulsar.

Lágrimas que por primera vez son cómo veneno. Lágrimas que escuecen y que ruegas que salgan de ti, que te lloren y que te dejen ir. Que resbalen por tus mejillas y que duelan tanto como toda la paz que traerán detrás....

Pero no lloras. No salen. No lo entiendes. No lloras, sólo sientes tal dolor en el pecho y en el alma que crees que sólo puede parar de una manera.

Asíque que llegas a casa, apagas todo e intentas que el tiempo pase. Que el tiempo pase y que dejes de volver a verle cada vez que te sueño para perderte una y ota vez.

Y en los días y en las noches que vives entre las sábanas intentas olvidarlo todo. Dejas tus trabajos, activas el buzón y dejas de coger el teléfono, de importarte la hora, el hambre o la sed. Fumas por que relaja, por que es malo y lo debes hacer. Ves películas callado, quieto y tapado intentando irte más allá de tu vida para colarte en una agena, pero casi siempre me muestran un camino directo para tu recuerdo.

Por que no es posible vivir sin la persona que creíste que siempre serías feliz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario